jueves, 13 de octubre de 2016

Cuando el monstruo apareció en mi ventana (Crítica de "Un monstruo viene a verme")



 Crítica de "Un Monstruo viene a verme" de J.A. Bayona

Todos tenemos nuestros propios miedos, nuestros monstruos. Aquellos en los que depositamos nuestras desesperanzas e ilusiones perdidas, nuestros temores. Para cualquier persona un monstruo es un ser que genera miedo y repulsión, que hace que no conectemos con él y lo tachemos de extravagante o incluso de diabólico. Un monstruo imaginario tiende a representar nuestros miedos.


En esta última película dirigida por J.A. Bayona se nos presenta una historia dramática, terriblemente triste, que conmoverá a todo espectador que se precie a asistir a su sala. “Un monstruo viene a verme” está cargada de emoción en cada minuto que la envuelve, en cada segundo que pasa y en cada dibujo que presenta. El pilar de esta historia se encuentra en la relación que posee el protagonista, Conor, con su madre. Bayona nos tiene últimamente acostumbrados a presentarnos historias que están directamente relacionadas con el amor maternal. Y por ello da con la clave de todo drama, la pérdida. A todos nos asusta perder a nuestra madre o a nuestro padre. Cualquier persona teme a la muerte aunque lo niegue, pero una amplia mayoría (espero estar en lo cierto) preferiría perderse a sí mismo antes que perder a las personas que ama. 


Fruto de la imaginación de Conor aparece el monstruo de la cinta. No es una criatura corriente, no pretende –al menos en exclusiva-, asustar al protagonista. Todo lo contrario, pretende educarle y enseñarle conocimientos que le resultarán vitales conforme pase el tiempo. El monstruo presenta al joven protagonista una serie de historias que van más allá de un mero relato. Cada una de ellas posee unas connotaciones totalmente neutras, ni negativas, ni positivas (aspecto que trata de demostrar una y otra vez el personaje al que da voz Liam Neeson). ¿Acaso con una historia de una reina y de un príncipe podemos extraer algunos valores educativos o éticos? Por supuesto. A través de cuentos, Bayona consigue plasmar no sólo una manera de pensar, sino la mejor ética posible: la neutra, la imparcial y objetiva
“Ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos”. Una frase un tanto recurrente en la actualidad pero que nadie comprende, o que directamente ni escucha. Deja también constancia de la moralidad inexistente que poseen algunas personas. Incluso aquellas que tratan de predicar con el ejemplo pero que, llegado un momento clave de su vida, van en contra de sus propios valores y traicionan todo aquello en lo que creen; convirtiéndose, irremediablemente y por méritos propios, en hipócritas.   
Así, la situación cambia al individuo y los valores pueden contrastarse de manera total.  En otro cuento, el monstruo señala el papel de la “invisibilidad”. A ninguna persona le gusta ser invisible aunque intente así demostrarlo. Podemos querer tener nuestro ratito de descanso y de soledad, ¿pero vivir constantemente en las sombras y apartado de todo ser viviente? Prácticamente ninguna persona podría sobrevivir a ese extremo sin rozar el límite de locura. Vemos que con cuentos contados por un gigantesco árbol humanizado somos capaces de formular cientos de teorías respecto a lo que trata de enseñar o de predicar. Unas pueden ser teorías formuladas, las cuales pueden tener toda la razón del mundo, mientras que otras pueden no tener ningún argumento válido. Así, la película conecta con el espectador y le genera un sentimiento de incertidumbre y de duda, como si de una parábola se tratase



“Un chico demasiado mayor para ser un niño, demasiado joven para ser un hombre”. En ocasiones las circunstancias que hemos vivido nos han hecho ser diferentes a lo que quizás debíamos ser. Pero es irremediable dicho proceso, no es casual y mucho menos predecible.  La conexión que podemos generar entre la película y nuestro “yo” traspasa la pantalla. Nos sentimos vivos y por consiguiente, tristes. “Un monstruo viene a verme” destaca por su principal función, emocionar al espectador. Emociona tanto de manera directa como indirecta. Cada espectador puede llevarla a un plano de su vida diferente y generar con ello semejanzas entre esta película con su propia personalidad.


El reparto de la película destaca por el papel que realiza Lewis MacDougall (Conor). Conectamos con su personaje y con el miedo, la ira y la tristeza que le corroe. Pero tal como he dicho, la película se basa en la conexión madre-hijo que presenta, ergo, el papel que interpreta Felicity Jones debe de estar a la altura requerida. Nunca he sido gran admirador de esta actriz, pero tras su actuación en esta película y tras haber podido ver las recientes promociones de “Inferno” y  de “Star Wars: Rogue One” puedo dejar claro que tiene unas grandísimas cualidades en el ámbito de la actuación. Aunque la presencia de Sigourney Weaver (abuela de Conor) o de Toby Kebbell (padre de Conor) destacan por la unión que tienen con el personaje protagonista, pasan de manera más desapercibida gracias al gran papel que desempeña Lewis MacDougall, ¡el cual posee un futuro prometedor en esta industria!
Además, la creación del “monstruo” es más que notable, es sobresaliente, pareciendo real en cada escena en la que aparece. Así como apunte para los entendidos de “Guardianes de la Galaxia” de Marvel...sí, este monstruo parece el hermano mayor de Groot (aunque genera más conversación). 



La muerte convierte a un niño en adulto de manera temprana, precoz, y la película así lo refleja. Reflexiona sobre el tiempo y cómo lo utilizamos, el miedo a la pérdida, la tristeza de no haber dedicado el tiempo suficiente a lo que deberíamos haber hecho o a lo que realmente merecía la pena. Ensaya sobre el mayor error del ser humano - “¡podría haber hecho más, debería haber estado ahí!”-. Bayona no sólo nos presenta una película que ahonda en el sentimiento familiar (aspecto que ya pudimos ver en su anterior película, “Lo Imposible”), también pretende concienciarnos de manera inequívoca



Se ha promovido, y de gran manera, que el canon de que las películas españolas (sin querer entrar en nacionalismos o patriotismos) rozan lo ridículo y lo vulgar, que únicamente buscan el dinero fácil, que no reflexionan sobre nada y que meramente venden entradas poniendo a Mario Casas de portada  o de estrella invitada. Bayona vuelve a romper con ese canon al que se nos lleva acostumbrando un largo tiempo y que sigue hoy presente a pesar de los grandes esfuerzos de esta industria por querer dejar a un lado las connotaciones negativas que posee el cine español. Aunque “Un monstruo viene a verme” posea un enorme reparto anglosajón y un equipo técnico mixto, no implica que, por méritos más que propios, sea una película representativa de España. Posee todas las papeletas para convertirse en la película española del año (con permiso de “Julieta”, por supuesto).  

J.A. Bayona sigue desmotrando un grandísimo nivel en cuanto a calidad se refiere.
Ya lo demostró con anterioridad en “El orfanato” y con “Lo imposible”; y “Con un monstruo viene a verme” continúa en la misma senda que lo caracteriza como director. 
Grandísima película, tremendamente recomendable para ver, en especial si os identificáis con su protagonista. Pues viviréis, de primera mano, lo importante que es la presencia, el amor y el afecto de un padre o de una madre para un niño.



Nota final: 9



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